domingo, 21 de febrero de 2010

Dando gracias

Para quienes no me conocéis demasiado, mi padre murió a los 36 años de un cáncer de hígado y otro de páncreas cuando yo tenía 6 años y mi hermana 3, a pesar de no fumar ni beber, pero que le vamos a hacer, son cosas que pasan.


Y por qué os lo cuento? Mi madre, a pesar de contar con un año menos y estudios básicos, apostó como era normal en aquella época, por dedicarse a nuestro cuidado exclusivo, ya que al ser pensionista de Telefónica, no tenía preocupaciones de tipo económico.


Pues bien, una de las cosas que más agradezco a mi madre es que, a pesar de no tener grandes conocimientos, se preocupara firmemente por transmitirnos el gusto por la lectura y por llevarnos desde pequeñas al teatro.


El caso es que no recuerdo haber ido a obras infantiles, pero sí a comedias de los hermanos Álvarez Quintero e incluso a dramas más profundos, como Hay que deshacer la casa, y estoy hablando de niñas de 10 a 15 años.


En la actualidad, cuando tengo oportunidad y vienen obras que me parecen interesantes sigo acudiendo con mi marido, al que poco a poco he ido metiendo en ese mundillo, pero me parecía que debía darle las gracias a mi madre públicamente por haberse preocupado por nuestra cultura, ya que es algo que no veo en mis amigos y sus hijos, pero sí es una afición que he aprendido a valorar notablemente.

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